martes, 12 de marzo de 2013

Museo


“Aparte de ser el único que tiene esta colección, también soy el único que los cuida, porque los plastifico”, explica. A menudo, es difícil el tráfico por esta calle, porque los conductores paran a echar un vistazo al local o los padres exploran con sus hijos este ‘museo’.

Tampoco faltan los clientes fieles, aquellos que llegan con sus libros en busca de nuevas aventuras. “Cada 15 días me dan descanso en el trabajo y aprovecho para venir porque me encanta conocer más del extranjero”, dice Wilson Buenaventura, un amante de las viñetas que lleva más de 20 años alquilando cómics.

Ahora, Páez sueña con que su ‘museo’ se convierta en patrimonio o tenga el apoyo de alguna casa de la cultura, y así, como en su infancia, se les pueda enseñar a leer a los niños por medio de las viñetas.








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