Se experimenta un cierto encanto mezclado con algo de nostalgia y sorpresa cuando se visita la muestra Los niños que fuimos, pues al instante se genera un vínculo emocional con las más de 600 piezas que la componen. Y es que los pupitres, maletas, pinturas, juguetes, cuadernos, lápices, carteles, atuendos, libros, manuales y cartillas están ahí, cuidadosamente ubicados, para detonar recuerdos y llevar al espectador a un viaje por su propio pasado o, más bien, por su propia infancia.
Eso sí, hay que aclarar que las evocaciones no se detienen en las generaciones recientes, sino que van hasta mucho más atrás, pues la exhibición abarca los periodos de la Colonia y los siglos XIX y XX, abordados
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