Los representantes de la galería catalana Polígrafa trabajan sobre una bien confeccionada mesa de cartón ante la cual se plantea la duda al espectador de si también se encuentra a la venta, mientras que la galería Elba Benítez ofrece a los amantes del arte una instalación de bombillas rotas desperdigadas por el suelo junto a una estantería de Fernanda Fragateiro de la que uno no sabe si puede coger libros o no.
Una botella vacía sobre una mesa incita de nuevo a la confusión al paseante de ARCO, quien bien podría pensar que el recipiente ha sido allí abandonado tras vaciar su contenido, sensación que se incrementa cuando se descubre, en la galería Espacio Mínimo, un cuadro colgado cuyos trozos de fieltro aparecen desperdigados por el suelo como si se hubieran desprendido accidentalmente del mismo.
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