Las vinculaciones y componendas con el entorno social, económico y político pertenecen a un aspecto biográfico que aquí no tiene por qué interesar, pero está lo otro, lo que tiene que ver con la literatura. La vida intelectual colombiana fue sin duda alguna la más fuerte de las limitaciones con las que se enfrentó Cepeda. De ella no se salvó completamente, como tampoco se salvaron completamente sus compañeros del grupo de Barranquilla, con excepción de García Márquez. Como buenos periodistas que eran, como excelentes lectores y críticos, los del grupo tuvieron por necesidad una conciencia aguda de lo que había que superar en las tradiciones literarias del país. En su labor creativa no dejó Cepeda de definirse en función de los bloqueos de la vida intelectual colombiana. Sus indagaciones y audacias formales tenían algo de provocación y de labor pedagógica. La creación venía a ser para él una demostración de posibilidades, pasando a segundo plano las cuestiones personales. Los temas característicos de Cepeda aparecen muy poco en los relatos de Todos estábamos a la espera, que eran casi siempre admirables teoremas, y sólo un poco más en La casa grande. Por otra parte, Los cuentos de Juana repiten algo que es a la vez otro anuncio y otra frustración: su autor quedó debiéndonos la novela de Regina, o la de la soledad femenina, y algunas más que se adivinan en lo que dejó escrito, sin que podamos estar seguros de que realmente agotara la temática del padre.
lunes, 29 de octubre de 2012
Temática
Las vinculaciones y componendas con el entorno social, económico y político pertenecen a un aspecto biográfico que aquí no tiene por qué interesar, pero está lo otro, lo que tiene que ver con la literatura. La vida intelectual colombiana fue sin duda alguna la más fuerte de las limitaciones con las que se enfrentó Cepeda. De ella no se salvó completamente, como tampoco se salvaron completamente sus compañeros del grupo de Barranquilla, con excepción de García Márquez. Como buenos periodistas que eran, como excelentes lectores y críticos, los del grupo tuvieron por necesidad una conciencia aguda de lo que había que superar en las tradiciones literarias del país. En su labor creativa no dejó Cepeda de definirse en función de los bloqueos de la vida intelectual colombiana. Sus indagaciones y audacias formales tenían algo de provocación y de labor pedagógica. La creación venía a ser para él una demostración de posibilidades, pasando a segundo plano las cuestiones personales. Los temas característicos de Cepeda aparecen muy poco en los relatos de Todos estábamos a la espera, que eran casi siempre admirables teoremas, y sólo un poco más en La casa grande. Por otra parte, Los cuentos de Juana repiten algo que es a la vez otro anuncio y otra frustración: su autor quedó debiéndonos la novela de Regina, o la de la soledad femenina, y algunas más que se adivinan en lo que dejó escrito, sin que podamos estar seguros de que realmente agotara la temática del padre.
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