Discurso de Ernesto McCausland, editor general del 'El Heraldo' y ganador del Premio Simón Bolívar.
Me las he arreglado para hacerles creer a todos que soy cronista y –de semejante falacia– he logrado salirme con la mía.
Aunque la crónica ha sido mi compañera inseparable a través de los caminos del periodismo, lo digo con absoluta franqueza: todavía es la hora en que abuso del gerundio, sigo siendo malísimo para los remates y en ocasiones incurro en el pecado mortal del melodrama.
No sé si esta magna instancia –ante los colegas del jurado, que ha tenido la deferencia de otorgarme este galardón, un maestro del pensamiento universal como don Fernando Savater, y todo el estamento de la profesión que venero– sea la apropiada para salir a estas horas de la vida con una confesión de esa envergadura, pero bueno... algún día tenía que decirlo.
Aunque la crónica ha sido mi compañera inseparable a través de los caminos del periodismo, lo digo con absoluta franqueza: todavía es la hora en que abuso del gerundio, sigo siendo malísimo para los remates y en ocasiones incurro en el pecado mortal del melodrama.
No sé si esta magna instancia –ante los colegas del jurado, que ha tenido la deferencia de otorgarme este galardón, un maestro del pensamiento universal como don Fernando Savater, y todo el estamento de la profesión que venero– sea la apropiada para salir a estas horas de la vida con una confesión de esa envergadura, pero bueno... algún día tenía que decirlo.
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